los emparedados-los misterios de las construcciones


                los emparedados

Quizás haya observado que son colocadas flores en algunos puentes de la capital poblana o de las carreteras del estado; no crea que necesariamente alguien fue muerto ahí, sino que podría tratarse de una ofrenda para algún “emparedado”, es decir, gente que fue enterrada viva para soportar el peso de un puente o alguna construcción y evitar que ésta caiga.


Son individuos que por diversos motivos eran colocados entre la paredes o cimientos de grandes construcciones: casas viejas, puentes, muros de presas, iglesias. En el área rural es común la creencia de que se colocan niños en las murallas de las presas para darles solidez, o como una forma de encerrar sus espíritus; dichos espíritus se encargan de prevenir, mediante gritos, cuando hay peligro de desborde o fisuras en las construcciones. 

Los “EMPAREDADOS” son una leyenda urbana de la que se habla poco. Esta práctica ritual no es tan nueva. De acuerdo con Max Shein en el artículo “La historia no escrita de la niñez y la pediatría” –publicado en el Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina(UNAM, segunda época, volumen 6, No. 2, año 2003), el autor señala que los niños han sido “emparedados” desde Jericó, en una época que data de 7 mil años antes de nuestra era, y hasta el siglo XIX en Alemania, para dar con sus huesos mayor consistencia a las construcciones y puentes.

En México no hay más información documental sobre el tema más allá de los hallazgos arqueológicos hechos en diferentes conventos religiosos, como el de Santa Rosa, en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, donde han sido encontrados restos de mojas.
Pero la tradición oral de este país señala que el mismísimo diablo suele aparecerse al ingeniero o arquitecto de obra para proponerle un trato: Una persona viva a cambio de que el puente o la construcción resista. Mientras no haya trato, la cimentación caerá una y otra vez. 

Entre camioneros y transportistas se cuenta que ese fue el caso de un puente de la vía Cuacnopalan– Oaxaca, en los límites estatales con Puebla, el cual se cayó en varias ocasiones, causando muchas muertes entre 1993 y 1994. Sin mayor explicación, el problema en esa obra desapareció de pronto y el puente es seguro. Ahora se le conoce como “el espinazo del diablo”.

Otra leyenda urbana poblana sobre “emparedados” es la siguiente: durante la década de los 60 se dice que en los barrios como La Luz, Analco, Los Remedios, Xanenetla y El Alto la actividad social acababa en cuanto se ocultaba el sol debido a que una camioneta gris asolaba esa y otras zonas de la ciudad recogiendo a mujeres y niños, pero principalmente a hombres indigentes, para enterrarlos vivos en los soportes de los puentes que fueron levantados sobre la autopista Puebla–Orizaba.

Aunque suene fea la leyenda, es muy conocida y difundida en la Ciudad, diciendo que (Edificios Altos, Puentes Extraordinarios o simplemente un Gran Estadio), tienen por mortero cuerpos humanos.
Por esto, comentan aquellos que sostienen esta teoría, es común que en estos inmuebles se vean fenómenos como apariciones y poltergeist (es decir, ruidos inexplicables, movimiento de objetos, materialización, olores extraños y ataques físicos, etc.). Así que cuando estés cruzando un puente fíjate bien, quizás haya un emparedado que sostiene la estructura.

Por esto, comentan aquellos que sostienen esta teoría, es común que en estos inmuebles se vean fenómenos como apariciones y poltergeist (es decir, ruidos inexplicables, movimiento de objetos, materialización, olores extraños y ataques físicos, etc.). Así que cuando estés cruzando un puente fíjate bien, quizás haya un emparedado que sostiene la estructura.




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